Paglieta, Silvia. Cuentos de la A a la Z. Buenos Aires:
Abran Cancha, 2016.
Apenas uno ve Cuentos de la A a la Z surgen los recuerdos. Será por la estética vintage, por el uso de dos tintas (roja y negra), por la tipografía cursiva o simplemente porque es una antología basada en el abecedario, esa lista primaria de nuestra lengua.
De libros sobre las letras el mercado está lleno. Hay para
todos los gustos y todas las edades. Pero este llama la atención por su
bellísimo diseño (responsabilidad de Delius) y resalta su apariencia cercana a
los antiguos libros de lectura, cuyo diseño incluía aire, simpleza general y pequeños
detalles recargados.
Los elementos barrocos de este libro son los marcos de las capitulares, el marco de tapa y el de portada, trabajados con cuidado y delicadeza por María Elina, la ilustradora. Todas las ilustraciones de María Elina, las de cubierta y las del interior, están impresas en rojo y negro, son sutiles, elegantes y están llenas de vegetación.
Los 27 cuentos que integran el libro están inspirados en “caprichos”
de la autora, ya que se basan en una palabra elegida arbitrariamente del gran
repertorio de palabras del idioma que comienzan con la letra en cuestión. Puedo
decir que, unidas, las palabras que seleccionó Silvia Paglieta para construir
su antología, a modo de ladrillos de un castillo, producen una hermosa música y
tienen una textura pareja.
Los elementos barrocos de este libro son los marcos de las capitulares, el marco de tapa y el de portada, trabajados con cuidado y delicadeza por María Elina, la ilustradora. Todas las ilustraciones de María Elina, las de cubierta y las del interior, están impresas en rojo y negro, son sutiles, elegantes y están llenas de vegetación.
Hay animales, personas, objetos, verbos, elementos de la
naturaleza, ritmos musicales, alimentos, conjunciones, interjecciones y hasta
un dios. Una selección de unidades muy variadas. Un granito de arena en el
arenal infinito del idioma y sus combinaciones posibles (y también los inventos
que gramaticalmente nos permite introducir en el habla). Si pensamos, por
ejemplo, en palabras con J, la lista es enormísima. Y si elegimos una palabra
que comience con la J, por ejemplo “jinete”, ¿cuántos cuentos podemos crear con
esa palabra? Una lista aún más enormísima. Una lista infinita como la
imaginación. Por eso este libro funciona a la perfección como disparados de la
escritura y de la creación artística en general.
El primer cuento, el que pertenece a la letra A, empieza así,
prometedor:
“Ana juega a la pelota.
En la vereda.
En la calle.
En el recreo.
–Una nena como vos debería jugar a las muñecas y a la casita
–dice la abuela”.
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