El gato Antonio tiene una meta: borrar a las pulgas de su vida.
Como ninguna de las técnicas conocidas funcionaban, Antonio —que no es ningún gato tonto— decidió recurrir al método más antiguo: les declaró la guerra.
Como todo buen guerrero moderno, Antonio entendió rápidamente cuál era la clave para ganarles la guerra a las pulgas: reunir toda la información que pudiera sobre las pulgas para descubrir su secreto. Él entiende que cuando uno sabe un secreto, puede usarlo para destruir al otro. Simple y claro: el poder de la información.
Pero en esta búsqueda de secretos, este gato se dará cuenta de que tendrá que aliarse con su peor enemigo, ¡el perro Tucho!, para descubrir qué es aquello que temen las pulgas: el agua.
Antonio podría haberse bañado, los gatos son limpios de por sí (aunque por alguna razón les disgusta el agua). Sin embargo, siguiendo el consejo de los libros y sin saber muy bien por qué, alzó una bandera blanca. Y entonces todo fue más claro. Las pulgas ya conocían bien este juego y entendieron el código de inmediato: el gato se rendía.
El desenlace, como corresponde, también es bélico, pero para nada violento. En un cuento sobre la guerra, me encanta cómo Pez y Cubillas —dupla que no defrauda— resuelven cada instancia de una manera divertida y simpática.
No me cabe la menor duda de que este libro va a entretener a muchos chicos.
(Ahora que termino de escribir, me doy cuenta de que vuelvo a reseñar un cuento con gatos. ¿Qué me está pasando? La próxima, prometo traer algún otro personaje a cuento.)
1 comentario:
Napoleon habia leido este libro,
mal no le fue!
que bueno!
Publicar un comentario