domingo, 23 de enero de 2011

Reseñadora invitada: Fernanda Argüello. Hoy presenta: "Nadie como un dragón".

por Fernanda Argüello.

Roldán, Gustavo. Dragón. Buenos Aires: Sudamericana, 2010.
Ilustraciones de Luis Scafati.

“Que tengas comida hasta estar harto todos los días de tu vida. Y que vivas muchos años. Que nunca te falten ni el agua ni la luz. Que los senderos sean suaves cuando los camines. Que las espinas se aparten de tu lado. Que tus enemigos te dejen pasar sin atacarte. Que ningún dolor te hiera en el costado. Que nadie te lastime a traición. Que nadie te ofenda ni siquiera con un gesto. Que tengas todo lo que se pueda desear, por largos, larguísimos años. Pero que te falte el amor."
Ninguna maldición puede ser tan cruel como la de este dragón de tinta china con boca de Gustavo Roldán y cuerpo de Luis Scafatti. Ser un dragón no es para cualquiera.

La cosmogonía oriental enseña que los Diez Mil Seres, es decir, el mundo, nacen del juego rítmico de dos principios complementarios: el yin y el yang. Los símbolos del yin son la mujer, la tierra, los valles, los ríos y el tigre. Los símbolos del yang son el hombre, el cielo, las montañas, los pilares y el Dragón. Es así que esta mitad del todo aparece en cada una de las palabras de los cuentos de este libro que habla de su vida, de sus penas y amores, de sus aventuras, de sus sueños, de sus maldiciones. Aparece también la maestría del escritor que dice que ‘los dragones lloran silenciosamente… y los ríos y los mares se encrespan y crecen y desbordan’, que ‘bailan el baile de las sombras hasta que el sol se esconde’, o que ‘cualquiera se confunde cuando se conoce tal como es’, particularmente si uno es un Dragón, ¿verdad? Ilumina las blancas páginas la oscuridad de la tinta china de otro genio, cuando el dragón miéntese rojo, cuando vuela con mariposas, cuando llora a escondidas, cuando juega, cuando ama. Las ilustraciones dicen la poesía de las palabras ausentes.

Cada uno de los cuentos atrapa al lector desde un lugar diferente: hay cuentos filosóficos, épicos, románticos. Hay cuentos que son sueño y otros que son colores. Hay cuentos que dan pena y hasta hay uno lleno de miedo. Es que la vida de un Dragón es tan intensa que no se la puede contar de una sola manera. También hay deseos...

“Que las lluvias que te mojen sean suaves y cálidas. Que el viento llegue lleno del perfume de las flores. Que los ríos te sean propicios y corran para el lado que quieras navegar. Que las nubes cubran el sol cuando estés solo en el desierto. Que los desiertos se llenen de árboles cuando los quieras atravesar. O que encuentres esas plantas mágicas que guardan en su raíz el agua que hace falta. Que el frío y la nieve lleguen cuando estés en una cueva tibia. Que nunca te falte el fuego. Que nunca te falte el agua. Que nunca te falte el amor. Tal vez el fuego se pueda prender. Tal vez el agua pueda caer del cielo. Si te falta el amor, no hay agua ni fuego que alcancen para seguir viviendo.”
Nadie bendice como un Dragón.


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