martes, 27 de septiembre de 2011

Hermoso huipil llevabas, Llorona, que la virgen te creí

por Luciana Murzi

Iannamico, Roberta y Carzon, Walter. 
Colección "A leer con pictogramas". Buenos Aires: Albatros.


Si en la literatura infantil actual hay algo que está en auge es, sin dudas, la reescritura de los clásicos de Perrault, los hermanos Grimm, Andersen y compañía. Blancanieves, La bella durmiente, Pulgarcito y otras historias que conocemos de memoria se han convertido en el gran foco de la intertextualidad. Editorialmente, este movimiento reversionador produce material de éxito asegurado. Y encontramos el mismo resultado en la esfera de la recepción: a los chicos les encanta releer estos cuentos con el agregado de una vuelta de tuerca. En general, las propuestas son en clave humorística. 
Entre muchos otros (si alguien quiere engrosar la lista, adelante), podrían mencionarse bajo esta consigna los siguientes libros: 

  • Caperucita roja (tal como se lo contaron a Jorge), de Luis María Pescetti (Alfaguara)
  • Caperucita Roja II, de Esteban Valentino (Colihue)
  • Cenicienta no escarmienta, de Guillermo Saavedra (Alfaguara)
  • Habla la madrastra y Habla el lobo, de Patricia Suárez (Norma)
  • Caperucita descolorida, de Yanitzia Canetti (Everest)
  • El enanito y las siete Blancanieves, de María Elena Walsh (Espasa Calpe/Planeta)
  • Caperucita arroja, Blancalluvias y los siete gigantotes, La bella rugiente y El gato con botes, de mí misma y Adela Basch (Longseller)
  • La Caperucita Roja, de Leicia Gotlibowski (Del Eclipse)
  • La bella demente, de Patricia Suárez (Libros del Náufrago)
  • Caperucita Roja, Verde, Amarilla, Azul y Blanca, de Bruno Murani (Aique)
  • La manzana de Blancanieves, de Sol Silvestre (Pequeña Aldea)
  • Una caperucita roja, de Marjolaine Leray (Océano)
  • La verdadera historia de Caperucita Roja, de Antonio Rodríguez Almodóvar y Marc Taeger (Kalandraka)
  • La hija de Blancanieves, de Conrado Nalé Roxlo (Colihue)
  • De verdad, fue así...: cuentos clásicos recontados, antología (Aique)
  • Había una vez... ¿y después?, libro editado recientemente por Quipu en el que varios autores de LIJ continúan los relatos tradicionales  
Incluso hay versiones de los clásicos para adultos, como La Cenicienta que no quería comer perdices, de Nunila López Salamero y Myriam Cameros Sierra, un libro que revisita el cuento en clave feminista. Puede verse el video aquí


Es fundamental para el planteamiento de las revisiones de las historias tradicionales recontextualizarlas. Por lo general, el nuevo contexto que está funcionando en los libros arriba mencionados es la actualidad. En este sentido, resulta novedosa la propuesta de la colección “A leer con pictogramas” de Albatros: presentar los cuentos clásicos adaptados a las distintas culturas de América. 
Entre los doce títulos que conforman la colección, escritos por Roberta Iannamico e ilustrados por Walter Carzon, están La bella durmiente del Litoral, Pulgarcito de la Patagonia, Caperucita Roja del Noroeste, Las habichuelas mágicas del Gran Chaco y La Cenicienta del Imperio Maya
Los libros incluyen una doble página con información acerca de los pueblos originarios protagonistas. Y esto no es todo: la propuesta editorial es aún más ambiciosa, ya que los relatos incluyen pictogramas, los cuales están explicados en una especie de glosario ubicado en la retiración de las solapas. Cuesta encontrarlo, sí, pero una vez que vemos dónde está nos quedamos tranquilos: es la garantía de entendimiento, porque sin la explicación sería dificultoso entender ciertos términos específicos de las culturas aborígenes, como por ejemplo, Quetzal, huipil, milpa o Jaguar de la dulce risa. Positivos, entonces, la idea original y las ilustraciones de Carzon y también la escritura de Iannamico, que nunca se aleja de su origen poético.
Mediante el traslado de contexto cultural, el sentido de los cuentos tradicionales se modifica por completo. Operan en su estructura elementos nuevos, de un sistema de pensamiento abismalmente diferente. Pero aunque la intersección entre contenido y espacio sea riesgosa, puede funcionar. Y funciona. El resultado es un relato que, sabiendo cómplice al lector, se da el lujo de enunciarse igual y diferente sin perder la verosimilitud. Un discurso que parece sostener que las historias de amor, de maltrato, de desigualdades sociales y de justicia poética pasan en todos lados y en cualquier época.  

4 comentarios:

ExSeñoM dijo...

¡Me necanta esta nota! ¿Puedo sumar un título? "Una caperucita roja" de marjolaine leray

Luciana Murzi dijo...

¡Está ahí por el medio!
Gracias, ExSeñoM. Saluditos.

Walter Carzon dijo...

Muchas gracias por la nota, con Roberta estamos muy comprometidos con el contenido de estos libros porque sentimos un profundo respeto hacia los pequeños lectores como a los pueblos originarios. Por eso resulta dificil estudiar que cuento se puede adaptar a cada cultura para lograr el resultado esperado. Estamos muy contentos y gracias por tu aporte en este blog.
un saludo desde las sierras

Anónimo dijo...

muchas gracias por tu nota luciana. coincido con lo que decis en el último párrafo, y hay mucho esfuerzo detrás de esa idea. ¡adoré el epígrafe! ROBERTA