domingo, 17 de junio de 2012

Traducir el movimiento y la quietud

por Luciana Murzi

Ortega, Natacha. Terremoto. Montevideo: ¡Más Pimienta!, 2011.  
Ilustraciones de Valentina Echeverría.

Terremoto. Y  miedo. Y amor.
Una mezcla que se articula en cada rincón de este libro. Texto e imagen al derecho y al revés, configurando una marea que va y que vuelve siempre por lo pequeño y por lo gigantesco, por lo incontrolable de esa coincidencia de espacios.

Inicialmente, el terremoto es un ruido que lastima. Afuera hay un despliegue de inestabilidades, y la nena de esta historia hace todo lo posible por traducir eso nuevo que está pasando a un lenguaje conocido. Una ballena cayendo sobre un techo de cristal. Un miedo nunca experimentado. ¿Hay palabras que puedan describir lo impalpable? Analogías. Dar cuenta de un terremoto, de un peligro y de un terror en las hojas de un cuaderno. “Descripción del miedo: ‘El miedo es algo helado que te sube por la escalerita de huesos que todos tenemos en la espalda y cuando te llega arriba, se te cuelga de la nuca y te da tanto dolor que no podés pensar en nada y te quedás quieto, como las hojas cuando no corre el viento’”.
El encuentro con el terremoto despierta el miedo, y el miedo despierta la quietud. Así, la pequeña protagonista se debate entre dos estados contrarios llevados al extremo. Sin embargo, los sacudones enloquecidos de la tierra y el congelamiento producido por el miedo son dos formas de la desarmonía. Natacha, siempre aguda y maravillosa, logra hilvanar movimientos de distinta índole, terremotos de afuera y de adentro, con una aguja común. La voz de una nena le sirve de apoyo para reunir sensaciones imprevistas y cotidianas, inscripciones del peligro y de la seguridad surgiendo de una misma vivencia.
Último terremoto. Frente a la experiencia del miedo, la constancia del amor. Si la tierra se mueve de un lado para el otro, los padres se mueven aún más. Brazos que se extienden para proteger. Piernas que saltan montañas para estar. ¿Y el miedo? Se reduce, se entibia, deja un poco de doler. La imagen de la última doble página inaugura un miedo nuevo que, sin renunciar del todo al estado de alerta, puede dormir tranquilo y en compañía. Este nuevo miedo no es impronunciable ni necesita ser traducido, sino que no lo pronunciamos porque no nos hace falta. Conclusión: si el miedo petrifica, el amor se le acerca con todo su ritmo para modificarlo. Y quién mejor que Natacha y Valentina para hacer que su protagonista baile esa música.  
Pueden visitar el blog de ¡Más Pimienta!, una magnífica editorial independiente de Uruguay, cliqueando acá.

3 comentarios:

Juan Bauty dijo...

Tiene muy buena pinta! un saludo Julianas :-)

Pimienta dijo...

¡Hermosísima reseña, Luciana!
Abrazos pimientos cruzamares para las Julianas :)

gatopeludo dijo...

Alta reseña niña.
Gracias por compartirla.
Abrazos enormes desde este lado del charco.