jueves, 13 de marzo de 2014

Ojos que saben mirar

Sevilla, Fabián. Ojos de gato. Buenos Aires: SM, 2013.

En esta preciosa novela de Fabián Sevilla, el protagonista es un gato que trabaja de gato en un edificio. Tiene un cronograma de pisos y departamentos para visitar durante los siete días de la semana. Su trabajo consiste en acompañar y cuidar a los vecinos, un ratito a cada uno, y en ser la mascota de todos. Como resultado de su trabajo diario, el gato logra armar una comunidad, interconectar a los habitantes del edificio para que construyan vínculos sólidos, basados en el cariño, en los recuerdos y en la solidaridad. ¡No es tarea sencilla, y menos para un gato!


El relato se desarrolla mediante la voz de un narrador en tercera persona, que reproduce los diálogos de la gente del edificio: cómo hablan entre ellos y cómo hablan con el gato. A medida que avanza el texto, el narrador va contando la historia de vida o la situación de cada uno de los habitantes del edificio. En el departamento M, vive una pareja que está a punto de tener a su primer hijo. En el K, un chico. En el J, una chica. En el L, una familia. En el N, un señor solo, triste y melancólico. El gato elabora estrategias para unirlos y que, por fin, encuentren (como si lo hubiesen conseguido por sí mismos) algo de la felicidad que andaban buscando. Entre la voz del narrador y las voces que este reproduce, también está el pensamiento del gato, diferenciada formalmente por la bastardilla. La incorporación de la voz propia del gato es un gran acierto narrativo, porque introduce un punto de vista irónico que le aporta sentido y profundidad al relato de los hechos.
El gato de los ojos es un gato que al mirar, ve; que al ver, entiende; que al entender, actúa; y que al actuar, modifica las cosas. Los ojos del gato son ojos sabios que saben detectar los problemas. A veces se llama Minino, otras veces se llama Ramiro o Jabib, o Silvestre, o Tigre o Artemio. En realidad, el gato es todos esos nombres juntos, y eso es lo importante: la acumulación de identidades que le otorgan los vecinos del edificio. Los nombres, esas “mentiras de los hombres que se meten delante de las cosas que simplemente existen”, según Fernando Pessoa, contextualizan al gato en varias y disímiles situaciones. El gato se adapta a todas ellas y las recorre siendo, en el fondo, siempre el mismo: simplemente existiendo.

1 comentario:

Abracalibro dijo...

Pero qué ganitas le tengo a este libro!
Muchas gracias por la reseña. Está genial.
Nos leemos! =)