jueves, 19 de junio de 2008

A los gatos nunca les llueve


Miró por la ventana.
Caían gotas grandes como una vecina gorda en camisón.

Su maullido de alegría se escuchó hasta el octavo piso. Había que salir a chapotear.
Se asoma a la puerta. Lo salpican las gotas que rebotan en el piso.
Una patita afuera, la otra sale detrás.
Pero un paraguas lo espera, alerta. Rojo granate amenazador.
Un salto rápido a la calle y nada más para alcanzar la lluvia.
Pero el paraguas lo sigue y lo resguarda del agua.
¿Un gato que quiere ser llovido? ¿Dónde se ha visto?
Para un lado, para el otro...
Pero el paraguas no se deja esquivar.
Maullidos y saltos acrobáticos. Contorsionismo perfecto.
Pero el paraguas no se deja esquivar.
Piruetas imposibles y estiramientos elásticos.
Pero el paraguas no se deja esquivar.
Suspirando, con las patitas apenas embarradas, vuelve a casa y se echa a descansar.
El paraguas sigue ahí, en la puerta, complaciente.
Al fin y al cabo, se sabe: a los gatos nunca les llueve.


Basado en la ilustración de
Emiliano Quintana.

4 comentarios:

Inés Castellano dijo...

para que no insistan TANTO.

Luciana Murzi dijo...

¡Me encanta! Los felicito a ambos. ¡Tienen que producir más porque es una buena dupla!

Lucía Aguirre Ciocca dijo...

Je, je; hoy no está con gotas de vecina gorda en camisón, pero igual que seguro a los gatos no les llueve.

Anónimo dijo...

Me recuerda a mi gata, ella siempre va en busca de esas gotas grandes como una vecina gorda en camisón... Muy bueno!