lunes, 8 de febrero de 2010

El escritor en las inmediaciones de lo cierto

por Luciana Murzi.

Vaccarini, Franco.
Otra forma de vida. Buenos Aires: SM, 2009.


Escribir es insertarse en la dimensión del conflicto, donde las posibilidades de existencia asumen las formas de la pérdida y del hallazgo, del estar y del no estar, de la miseria y de la soberanía, de la impermeabilidad en movimiento perpetuo.


Walter Weiss, el narrador y protagonista de esta novela de Franco Vaccarini, es un escritor primerizo. Su único libro publicado, Apetito por el miedo, reúne una serie de cuentos de terror cuyo escenario es un bosque cordobés. Los personajes, unos seres fantásticos llamados “urgos”, habitan un mundo diferente al de los humanos, aunque tienen acceso a él. Son malos, malísimos, y tienen el bosque bajo el dominio de sus sombras.

Walter es convocado por Amorina, una promotora de la editorial, para visitar una escuela de Córdoba cercana al bosque real que devino en ficción dentro de su libro. Por supuesto, Walter acepta de mil amores y, tras un viaje en micro, llega a la casa –ubicada en el centro mismo del bosque– de sus huéspedes: Lila, una profesora de Literatura, y Claudio, su sombrío y hostil marido.

Escribir es adentrarse en un bosque oscuro, repleto de árboles hermosos pero también de raíces ocultas. Escribir es explorar la belleza pero también lo abyecto, lo horroroso que está a condición de lo otro.
Walter no lo sabe, ignora cuán cerca de ese bosque negro está el peligro, cuán disponible está allí la muerte. Desconoce que es ese –la literatura– el espacio de lo impuro y lo contaminado. Durante su estadía en Córdoba, lo real y lo ficticio se confunden, se hacen uno, se hacen sueño: un caos de discursos en experiencia.

Marguerite Duras dice que “(...) la escritura es lo desconocido. Antes de escribir no sabemos nada de lo que vamos a escribir. Y con total lucidez.”. Los urgos no existían y existían. Eran vida en varios lados, siendo libro y siendo cuerpos. Walter primero los imaginó, después los narró y más tarde los vio, les habló, fue atacado y amenazado por ellos. La política de los urgos es la del secreto. Y los secretos no se cuentan, Walter, no se cuentan.

Como en Apetito por el miedo, en Otra forma de vida hay nociones que están vaciadas porque sufren quiebres y superposiciones. Quién dice qué cosa y qué cosa es lo que se está diciendo. Qué queda afuera y qué forma parte de lo propio. Es difícil divisar fronteras. Lila, la profesora de Lengua, se lo expone a Walter: “Y yo no sé si estoy en un sueño, en la vida, en un cuento tuyo o si las tres cosas son lo mismo”. Otra forma de vida parece ser la novela que Walter Weiss escribió luego de haber estado en el bosque cordobés, una novela que le costó o le va a costar la vida. La metaficción nos rodea. Nosotros, los lectores, también quedamos envueltos en la bruma y nos cuesta descifrar el misterio de esa articulación entre sueño, vida y escritura.

La estrategia narrativa basada en la permeabilidad entre lo literario y lo real –qué es escritura, qué es experiencia y en qué punto pueden volverse la misma cosa– es retomada en el “Epílogo” de la novela, en la que aparece Franco Vaccarini como un personaje más. Un segundo narrador. Un discurso sobre otro discurso: un giño a la verosimilitud. Porque esta intervención final, la de Franco, es también, y sobre todo, una pieza más del texto, otro nivel de profundidad de la literatura dentro de la literatura.

(Franco, muchas gracias por la novela. Siempre es un placer leerte.)

5 comentarios:

laura dijo...

"-No entiendo... ¿entonces todo lo que inventé es real?"
Claro, Franco, tan real como la lágrima o un temblor de corazón. Vos sos el Cerrajero, el que hace que dos mundos converjan y -mejor aún-: se mezclen. Ficción/realidad, fantasía/física cuántica, inspiración/contaminación. Apetito de más, siempre, hasta que el ¡clic! los separe.

m. laura (otra vez) dijo...

Y a la gente de Julianas, una felicitación con ojos de asombro. El blog está bien armado, es muy completo y las críticas calan hondo. ¡Ya soy fan!

Pararrayos dijo...

Luciana, qué sorpresa y qué incómodo ahora agradecerte, porque ahora resulta fácil agradecerte. Pero peor sería hacerme el importante y no agradecerte, y que no supieras que leer tu crítica me conmovió. Además, hay frases tan ajustadas y bellas... en fin, quedé con la panza llena. ¡Buen provecho para mí!

Pararrayos dijo...

Por cierto, el señor Pararrayos es el autor de "Otra forma de vida."

Y M. Laura...¿quién sos? Creo que ya lo sé. Sos M. Laura. Como sea, que sigamos contaminados por la inspiración. Que la inspiración no termine en un clic. Que haga bum bum y estalle. En este mundo inspirado en que vivimos.

Anónimo dijo...
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