miércoles, 14 de julio de 2010

Un agua no tan calma

por Luciana Murzi.

Echevarría, Karina.
Historias de la laguna. Buenos Aires: Amauta, 2010.
Ilustraciones de Federico Geller.


Un nuevo libro de Amauta y la intimidad de una laguna. En él, Karina Echevarría recrea la oralidad dentro y a través de la escritura –un festín para Ong–, una oralidad que pasa de boca de rana en boca de rana. Esas costumbres que tienen los cuentacuentos de hacer circular relatos y memoria y de ceder el turno de habla, una y otra vez, a las generaciones que van llegando.


La rana Brenda les cuenta a los pequeños renacuajos historias de antes –que acarician las de ahora y las que aún no han sido pero serán– sobre otras ranas y otros renacuajos, pero también sobre bagres, mojarritas, aves y chinches de agua. Un desfile de narraciones que, ciertas o no, logran que los renacuajos se asombren, se enojen, se rían, se diviertan y se animen a dar puntadas con los hilos de su propia imaginación.

En la tapa se anuncia “Una novela repleta de cuentos”, lo cual inmediatamente me pareció fascinante. Incluso me sedujo de tal manera que, apenas lo tuve entre mis manos, lo abrí y empecé a leerlo.

Leí, entonces, de la Gran Inundación (porque la rana Brenda es muy vieja y fue testigo de los grandes sucesos de la laguna), de la superación de miedos poco coherentes, de una luna enamorada que apagó la noche, de la valentía de un bagre horrible, de un canto que guía a los perdidos, de un pescador vegetariano, de un silencio que ocupa el lugar de los escándalos y de una mojarra que vuelve más contadora que nunca. Es una novela con ocho historias que fluyen “como fluye el río, como fluye la vida”.
Ojalá que Karina Echevarría nos siga contando sus historias de agua y orilla.

Gracias a Jorge Grubissich y a Mario Méndez, amigos editores de Amauta.

2 comentarios:

Mario dijo...

Una "cosita", entonces. Muchas gracias, Julianas, por las siempre atentas y hasta ahora más que elogiosas reseñas. Un beso, Mario.

Karina dijo...

Gracias, Julianas!!!
Siento que Brenda ya no es tan mía, y eso es indescriptible, maravilloso y mágico. Un abrazo fuerte!
Karina